emociones basicas en niños

A la hora de establecer una clasificación de las emociones en los más peques, existen numerosas propuestas, aunque no se ha conseguido llegar a un consenso. Entre dichas propuestas está la del psicólogo estadounidense Paul Elkman, considerado un todo un referente en este asunto. Estas emociones nacen con nuestros hijos como respuestas a estímulos externos.

A continuación, relataremos cuales son los seis tipos de emociones básicas de los niños y la importancia de que sepan reconocerlas cuando empiecen a sentirlas.

Alegría

La alegría es una de las emociones más fáciles de detectar. Para los peques, es imposible ocultar esta emoción cuando la sienten. Se expresa a través de la risa, las demostraciones de cariño, el entusiasmo, la euforia y la diversión, sintiéndose exaltados y enérgicos en ese momento.

En los primeros años, esta emoción la suelen sentir con más facilidad que cuando ya se avanza en edad. Cualquiera cosa puede ser un motivo para reírse, como recibir un regalo, o la visita de un amigo. También, sentirse seguros y tranquilos son motivos para sentir esa felicidad. Sin embargo, no todos los niños son iguales, por lo que habrá algunos a los que les cueste más expresar esta emoción.

Al final, esa felicidad la contagian a su alrededor, porque no hay nada que guste más a los padres que ver a su hijo feliz.

Miedo

La emoción del miedo aparece en los seres humanos cuando sentimos que estamos en peligro, desencadenándose como un mecanismo de defensa básico de nuestro cerebro. Gracias al miedo, las personas a lo largo de la historia hemos sabido detectar el peligro de ciertas situaciones que podían ser una amenaza a nuestra seguridad. Pues bien, los más peques también sienten este tipo de emoción.

Les hace estar alerta antes diferentes situaciones, tanto cotidianas como encontrarse un perro, como algo más puntual. Como padres y educadores debemos apoyar a nuestros hijos para que esos miedos, muchas veces irracionales, no deriven en fobias descontroladas, en las que puedan desarrollar conductas desmedidas.

Tristeza

Podría decirse que es la emoción opuesta a la alegría, aunque ambas son complementarias. La tristeza nos ayuda a reflexionar, ahondar en nosotros mismos y ver cómo podemos superar aquello que nos hace daño. Esta, en particular, surge cuando nuestros peques sufren algún acontecimiento no deseado o que no puede ser como se esperaba.

Cada niño tiene una personalidad diferente, en la que sus emociones juegan papeles más importantes, por lo que habrá niños más sensibles que otros a su edad. Cuando la tristeza aparece, cosa totalmente normal, hay que saber sobrellevarla para poder dejarla atrás en algún momento. Padecer tristeza durante un largo periodo de tiempo puede desencadenar trastornos como la depresión. Es responsabilidad de los adultos ayudar a prevenirla o a tratarla adecuadamente cuando esta aparece. Por ello, es importante remontar de un episodio más triste e intentar que vuelva a aparecer la alegría o la calma.

Asco

El asco es un mecanismo de defensa primitivo más con lo que repelemos aquello que nos resulta incómodo o desagradable, ya sea un alimento, una situación o un objeto. Cuando esta emoción aflora, nuestro cuerpo y sentidos se activan. En los peques ocurre lo mismo. Aunque podemos evitar fácilmente este tipo de aversiones alejándolo de eso que le molesta, intentar pensar en otra cosa o educar desde pequeños con ciertos alimentos. Además, en cierta forma ayuda a erigir su futura personalidad, aprendiendo a elegir que le gusta y lo que no, ayudándole también a tomar decisiones importantes a lo largo de su vida.

Sorpresa

La sorpresa es una emoción concreta que puede ser causada por una posible amenaza, aunque estas situaciones inesperadas puede ser tanto positivas como negativas, o neutras (ni buenas ni malas).

Ira

La conocida ira es una emoción que surge como respuesta a un estímulo indeseado o situación que produce rechazo. Es muy común entre los niños de 2 y 4 años, cuando empiezan a interactuar con su entorno y a tener conciencia de sí mismos. Una vez que explota, no existe razonamiento. Sin embargo, de la ira también se aprende. Podemos pasar de ira a tristeza, de tristeza a alegría. Es una forma de defensa y de saber cómo no quieren sentirse, poniendo un mecanismo para pensar cómo defenderse ante eso que le provoca enfado.

Puede surgir cuando el niño siente que algo es injusto a su parecer, como cuando se le niega algo que quería. Algunos signos físicos que manifiestan este tipo de emoción son la sudoración, la tensión muscular, gritos o incluso dolores de cabeza. En estos casos la respuesta de los padres es clave, ya que deben saber controlar la situación y mantener la calma, dando ejemplo de que no es lo correcto.

Importancia de reconocer y distinguir cada emoción

A través de la inteligencia emocional los seres humanos empezamos a tomar conciencia de nuestras emociones, las de los demás y aprender a regularlas. Tanto la conciencia como la regulación son básicas para poder afrontar los principales retos que vamos afrontando a lo largo de nuestra vida. Además, sirven como factor protector antes las posibles conductas de riesgo que pueden encontrarse, como la violencia o el hecho de realizar actividades inadecuadas.

De primeras, las emociones son grades desconocidas para los peques. Por lo que es importante hablar con ellos, comunicarles como nos sentimos y preguntarle cómo se sienten ellos. ¿Estás contento? Sentiste alegría. ¿Estás enfadado? Entonces sentiste ira.

Para adquirir estas habilidades emocionales, existen dos caminos complementarios: el aprendizaje y la experiencia. Por ello, tanto en casa como en la escuela, es importante a ayudar a nuestros peques a identificar cada emoción y ponerle nombre a lo que sienten en ese momento concreto. De esta forma, sabiendo cuál es cada emoción, podrán poner en marcha estrategias para su regulación. Es importante que aprendan que ninguna de las emociones mencionadas anteriormente son malas, simplemente son necesarias y que forman parte de nuestro aprendizaje en la vida.

 

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