autorregulacion y educacion emocional

Educar a un niño es un proyecto de vida de lo más bonito y de lo más impredecible. La educación emocional y la autorregulación son temas que los peques aprenden de sus padres y tutores. Algo realmente importante para evitar la frustración de expresar cómo se sienten o qué es lo que quieren.

Muchas veces pueden tener comportamientos que nos desconciertan o que no sepamos distinguir qué es lo que quieren decir o qué necesitan. Pueden tener comportamientos más deslumbrantes como rabietas, golpes y gritos, pero también, otros mucho más difíciles de detectar, tales como, la tristeza, las preocupaciones, o la soledad. Casos en los que los niños tienden a reprimir sus sentimientos.

Controlar las emociones no es algo con lo que se nace sabiendo, sino que se requiere tiempo y educación externa para poder aprenderlo. Esto, es algo no solo normal, sino que también necesario. Cada uno tiene unos tiempos y hay que respetarlos. Como padres, debemos nutrir su capacidad para gestionar sus respuestas emocionales de una forma sana y adaptativa con el fin principal de conseguir una comunicación con el niño sana y asertiva.

¿Qué es la autorregulación?

La autorregulación es la capacidad que los niños desarrollan en sus primeros años de vida que les ayuda a manejar sus emociones, movimientos corporales, comportamiento y conducta, y así, poder relacionarse con su entorno. Forma parte de la adquisición de habilidades sociales que asientan las bases para que se dé una correcta inteligencia emocional.

Se trata de poder manejar los sentimientos, y que no sean estos los que manejen e interfieran en su día a día. Así, cuando tengas sentimientos fuertes, normalmente negativos, el niño tendrá la capacidad de calmarse a sí mismo sin tener que perder el control en situaciones molestas o frustrantes. Una vez los niños son capaces de regular sus emociones, se vuelven menos vulnerables al estrés incontrolado.

Pero ojo, la autorregulación no consiste en reprimir sentimientos. Todo lo contario. Es natural y lo más normal tenerlos, ya sean buenos o malos. Lo importante es saber reconocerlos y gestionarlos para que no sean un impedimento en el desarrollo diario. Y esto, es lo que deben aprender de los más adultos.

Lo ideal es educarlos para que se sientan libres de expresar sus emociones, sin causar daños físicos ni emocionales a ellos o a los demás.

Como mejorar la habilidad en la infancia

La infancia es una de las etapas más ideales para empezar a trabajar la autorregulación. Al estar en una etapa de crecimiento son auténticas esponjas, no solo de conocimientos, sino también de educación emocional. Aprender desde pequeños a regular las emociones significa un mejor manejo de las mismas en el futuro, tanto en el ámbito educativo como social.

Controlar las emociones son todo ventajas. Gracias a esto se evitan un mal rendimiento académico y tener conflictos con otros niños.  De ahí, la importancia de que padres, escuelas y personas de su entorno generen la confianza que el niño necesita para conseguir desenvolverse de la mejor manera posible en los diferentes ámbitos a los que se vaya enfrentando.

Unas de las primeras lecciones en este contexto debe basarse en saber identificar el sentimiento concreto que están sintiendo en cada momento. Cuando somos pequeños, no nacemos con las herramientas necesarias para ser conscientes de nuestras emociones. Por este motivo, se debe practicar siempre desde un estado relajado y de confianza.

Otra cosa que se puede practicar es que animarlos a dramatizar emociones intensas, como la tristeza, el enfado, la soledad, el miedo, etc. De esta forma, intentaremos evitar que el niño aprenda a reprimir este tipo de sentimientos, lo que generará frustración y malestar. Lo ideal es que aprendan a manifestar las emociones y sentimientos de forma controlada y segura, para que en el día a día pueden identificarlos rápidamente y actuar en su gestión.

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