consejos para que tu niño no pegue

Durante los primeros tres años de vida, los niños expresan su descontento y rabia de una manera irracional e incluso violenta: pegando a los demás. Esta es su manera de reaccionar antes situaciones que consideran injustas o que no les gustan, pero que no está para nada bien. Es una conducta errónea que se debe corregir desde la educación y el cariño, pero de manera firme. Pero para poder eliminar estas actitudes de los peques, primero tendremos que comprender por qué un niño pega.

Realmente, detrás de esta respuesta agresiva e impulsiva, hay motivos y razones. Por ejemplo, la falta de capacidad de expresión y comunicación por parte del pequeño le llevará a un estado de frustración con el que no hará más que pegar y expresar con las manos. O también cuando notan falta de cariño o celos de otro niño, pegan porque necesitan atención. Aunque pegar está mal, el sentimiento o emoción que lo provoca es totalmente normal. Por lo tanto, debemos entender para luego actuar y educar en consecuencia.

Consejos para evitar que tu hijo pegue

Nuestros peques deben sentirse comprendidos, y necesitan también ser corregidos y limitados. Los padres serán los responsables de ello, como primeros educadores, aunque en la escuela las profes también pondrán todo de su parte para reconducir estas situaciones. Los valores adquiridos en casa serán muy importantes, como el cariño y respeto por los demás, y por el entorno que les rodea. A continuación os dejamos algunas pautas que os vendrán de maravilla para abordar el tema:

  • “Si quieres que no pegue, no le pegues”. Al final, los peques también aprenden por repetición, y si ven que ante una situación de tensión actuamos pegando, ellos lo tomarán como algo lógico y lo harán también. Es un mensaje totalmente erróneo.
  • Libéralo de la causa y trata de explicar. Cuando un pequeño esté sufriendo una rabieta, debes ser capaz de captar la causa, eliminarla, para posteriormente hablarlo. Y explicarle como solucionar el reto de una manera que no sea pegar.
  • Dar un tiempo para que se calme y reflexione. Aunque sean pequeñitos, también son capaces de razonar. Si no conseguimos calmar su rabia y enfado, lo mejor será esperar a que se le pase y pueda pensar sobre su actuación. Para posteriormente arropar al peque y hablar con el. 
  • Incítale a que pida perdón. Es un acto de bondad muy reconfortante y beneficioso para las personas. Pedir perdón, aceptar el error, aprender y crecer… Aunque quizás no lleguen a comprender el verdadero significado de lo que están haciendo, el desarrollo de la empatía les vendrá muy bien.
  • Valorar e incluso recompensar el hecho de que tu hijo o hija afronte una situación de tensión o frustración de una manera distinta a la de pegar. Aunque se sienta mal y llore, pero que no pegue. Será una señal de que nuestro pequeño está creciendo y desarrollándose correctamente.
  • Llegado el caso de que por más que trabajemos unas pautas y buenas prácticas, el niño siga comportándose de manera especialmente violenta, tendremos que acudir a un especialista para que trabaje de otra manera más específica la educación emocional entre otros aspectos.

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